VALOR DE LA PUNTUALIDAD
El valor de la
puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras
obligaciones: la hora de entrada a la oficina, una cita del trabajo, una
reunión de amigos, un trabajo pendiente por entregar. Los japoneses son súper
puntuales para todas las cosas que tienen planeadas, y lo tienen casi todo
preparado al minuto. Saben a qué hora y a qué minuto exacto salen de casa por
la mañana para ir a trabajar, saben que van a tomar el tren de las 7:31 (por
ejemplo) y a qué minutos exactos estarán en la puerta de la empresa.
Todo esto puede
parecer un poco exagerado, pero si usted amigo lector, tiene la oportunidad de
viajar a Japón y preguntarle a alguno de sus ciudadanos en una estación de
trenes sobre los minutos exactos de a qué hora sale de casa, qué tren toma,
etc., seguramente tendrá por respuesta: – ¡Pues claro! ¿Qué no es lo más normal
saberlo? – exactamente le dará las horas y los minutos exactos de lo que hace
cada mañana.
El valor de la
puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y
eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de
realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de
confianza. “La puntualidad es la cortesía de los reyes” –Luis XVIII de Francia.
La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la
escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras
actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una
actividad.
En este mismo
sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si
tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio
o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible
para estar a tiempo. Falta de cumplimiento en una cita es un acto de clara
deshonestidad.
Para ser puntual
primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión,
actividad o cita, tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el
momento preciso y necesario. Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas
que sienten “distinguirse” por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de
llamar la atención, ¿o falta de seguridad y de carácter? Por otra parte,
algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a
tiempo…”, “no pasa nada…”. Éstas y otras actitudes son el reflejo del poco
respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus
actividades.
Para la persona
impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos,
¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada
vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria o inusual, llama la atención
y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y
sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió. “Vivir el
valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más
agradable, además mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de
confianza”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario